lunes, 14 de junio de 2010

Mi experiencia llevando a la práctica las teorías de aprendizaje cooperativo y de inteligencias múltiples


Quiero contarles que el año pasado me dieron la asignación de enseñar el curso de escuela dominical a los jóvenes entre doce y 14 años. El grupo tenía fama de ser bastante difícil y para sorpresa mía, que tenía más de 10 años trabajando en educación, así fue. Hubo momentos bastante difíciles, me consideraba una buena maestra y además realmente me dedicaba a preparar mis clases, por supuesto que establecí reglas y aunque no les gustaron las seguían, así que se preguntarán ¿Cuál era el problema? El problema para mí era la apatía, la falta de interés y me costaba entender porque no sentían la influencia del espíritu santo al estar aprendiendo el evangelio.
Después de una larga lucha durante varios meses sin lograr que las cosas mejoraran, decidí que debía ganar su corazón, necesitaba que fueran mis aliados, ya que de nada servía que me esforzará en preparar mis lecciones sino había quien estuviera dispuesto a recibir el mensaje. Así que empecé a premiar la participación, la asistencia y sobretodo empecé a disfrutar el poder compartir con ellos cada domingo, realmente puedo decirles que amo con todo mi corazón a cada uno de mis alumnos.
El año pasado terminamos la última clase con una refacción especial, les lleve sandwiches y brownies , al terminar la lección nos sentamos juntos a conversar. Por supuesto que ellos tenían que colaborar con algo para la lección de ese día, debían de llevar un mensaje especial de un profeta, así que ese día por la mañana para asegurarme que no se les fuera a olvidar, le mande un mensajito al celular a cada alumno y todos llevaron su mensaje. No puedo mencionarles la gran satisfacción que sentí ese día.
Este año ha sido aún mejor, el implementar las teorías de aprendizaje cooperativo y de inteligencias múltiples ha permitido que los alumnos aprendan los principios de evangelio casi sin darse cuenta, mientras nos divertimos y disfrutamos cada lección.
El año pasado tenía que perseguir y buscar a los alumnos para que entraran a su clase, eso ha quedado atrás, incluso la asistencia ha aumentado. Me siento muy contenta y orgullosa de ser la maestra del grupo de jóvenes de 12-14 años.


1 comentario:

Anónimo dijo...

El ser maestra no se mide tanto por el conocimiento como por la vocacion, el integrar en la clase tecnicas para que los alumnos se interesen por aprender es parte de la vocacion. Gracias por compartirlo!